Puebla, capital del estado del mismo nombre, se ubica en el centro de México. Fundada en 1532 con el nombre de Puebla de los Ángeles, la ciudad se asienta en una extensa llanura a 2,162 metros sobre el nivel del mar, aproximadamente a 130 km al sureste de la Ciudad de México. Su territorio se extiende sobre las laderas donde la Sierra Madre Oriental se une con la Cordillera Neovolcánica, una zona de constante actividad sísmica, situada entre los volcanes Matlalcueyetl (La Malinche) al oeste y Popocatépetl al este.

Desde la época colonial, Puebla ha sido considerada un punto estratégico clave para el control militar del país debido a su ubicación en la ruta que conecta la Ciudad de México con el puerto de Veracruz, en el Golfo de México. En 1847, durante la Guerra entre México y Estados Unidos, la ciudad fue ocupada por las tropas estadounidenses. Años más tarde, el 5 de mayo de 1862, se libró la histórica Batalla de Puebla, en la que las fuerzas francesas fueron derrotadas por un ejército mexicano mucho más pequeño bajo el mando del general Ignacio Zaragoza. En honor a este hecho, la ciudad pasó a llamarse Puebla de Zaragoza, y esa fecha se conmemora cada año como el Cinco de Mayo, una de las celebraciones más representativas del país. Además, los hermanos Serdán, originarios de Puebla, tuvieron un papel fundamental en los primeros movimientos de la Revolución Mexicana de 1910.

A lo largo de su historia, Puebla ha sufrido daños ocasionados por diversos terremotos, pero aún conserva un notable conjunto de edificios coloniales en su centro histórico, diseñado con un trazo en cuadrícula. Este fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987. Muchas de sus construcciones destacan por el uso de los característicos azulejos de Talavera, introducidos por los primeros colonos provenientes de Talavera de la Reina, en España. Entre sus principales joyas arquitectónicas sobresale la Catedral de la Inmaculada Concepción, edificada entre los siglos XVI y XVII, una de las iglesias más majestuosas y ornamentadas de México. En su interior se encuentra un altar de ónix tallado alrededor de 1799 por el escultor español Manuel Tolsá.

Otras construcciones notables de la época colonial incluyen la Iglesia de Santo Domingo, con su célebre Capilla del Rosario, decorada con pan de oro, y el Convento Franciscano de Cuauhtinchan (1528-1554). Los jesuitas también fundaron un colegio en 1578, lo que consolidó a Puebla como un importante centro intelectual. Con el paso del tiempo, la ciudad se ha enriquecido con diversas instituciones culturales y académicas, como el Museo de Arte José Luis Bello y González (1938), el Museo de Arte Religioso (1940), ubicado en el antiguo Convento de Santa Mónica del siglo XVII, y el Museo Regional del Estado de Puebla (1931). Asimismo, destacan instituciones educativas como la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (1937), la Universidad de las Américas (fundada en 1940) y la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (1973).

Históricamente, Puebla ha sido un centro comercial vital para una región agrícola dedicada al cultivo de maíz, caña de azúcar, algodón y ganadería. Desde tiempos coloniales también se distinguió por su actividad manufacturera, siendo reconocida por la producción artesanal de ónix, azulejos de Talavera, cerámica, vidrio y textiles. En la actualidad, la economía poblana combina la industria manufacturera con el sector de servicios. Sus principales productos incluyen automóviles, metales, alimentos, bebidas y materiales de construcción. La ciudad cuenta con una amplia red de transporte ferroviario, carretero y aéreo, lo que refuerza su papel como centro económico y logístico.

La cultura poblana, fruto de la fusión entre las tradiciones europeas e indígenas, se distingue por su gastronomía regional única, así como por sus expresiones tradicionales de vestimenta, música y danza, que forman parte esencial de su identidad histórica y cultural.